Es curioso. Hoy llevo todo el día pensando en la gente que entra y sale de tu vida. Lo que te enseñan. Bueno y malo. Lo malo que es fiarse de las primeras impresiones.
Es cierto que no puedes juzgar un libro por las tapas. Ni
siquiera por sus primeros capítulos. A veces te enganchan sobremanera, pero
luego la historia pierde fuelle con el tiempo. Otras, eres incapaz de soportar
las primeras páginas y sin embargo, cuando terminas, ese libro te ha cambiado
la vida. Eso pasa con las personas.
Cuando conocí a mi mejor amiga me pareció idiota. No la
dirigí la palabra en meses. Se iba siempre con unas pijas redomadas en el
instituto y la juzgué por su tapa. Gracias a Dios ella no hizo lo mismo
conmigo, mis pintas radicales la dieron absolutamente igual. Ahora leería todos
nuestros capítulos de nuevo, sin dudarlo.
Mi hermana, es una de esas historias de superación, lucha y
voluntad. Una colección entera de historias, que empiezan y acaban y vuelven a
empezar. De esas que te enganchan desde el principio hasta el final y cuya
continuación estás siempre esperando leer.
Natalia fue un libro difícil. Hace mucho que no hablo de ella.
Fue una historia preciosa de amistad. Un día la vida nos separó y nunca más
volvimos a saber la una de la otra. Es uno de esos libros que mencioné al
principio, de los que te cambian la vida cuando los terminan. De esos que
cuando te sientas a recordar, te dejan un buen sabor de boca.
Nuria fue la gran decepción. Un drama con un final trágico.
De los que también te cambian la vida para siempre. Los que te hacen más
fuerte, pero a la vez, más triste. Fue muy difícil superarlo, si es que alguna
vez lo hice.
Javi es y será mi cuento infantil. De esos que leerías todas
las noches. De los que te hacen soñar con los angelitos. Aunque no esté, siempre
está conmigo. Aunque no lo lea, me sé la historia. Javi puede que sea el primer
libro que coges cuando haces una mudanza. El que nunca puedes olvidar.
Mi hermano es un libro de sorpresas. De esos que tienen
muchas cosas escondidas en sus páginas y que por mucho que los leas no dejan de
sorprenderte. Con el tiempo se ha convertido en un libro casi de apoyo. De los
que necesitas leer cuando algo no funciona porque en sus páginas todo funciona
correctamente y cada frase que lees te enseña algo mejor.
Mi prima Bea es un libro de Pearl S. Book. Un libro de
concienciación. De los que te enseñan una lección en la vida o simplemente de
los que te gusta leer cuando te sientes frágil porque sabes que su historia
acabará siempre reconfortándote.
Mi amigo Jorge es uno de esos libros de ideas. De esos que
te hacen cabrearte con el escritor pero no puedes parar de leer. De los que
cierras y tiras al suelo frustrada porque no compartes lo que estás leyendo y
luego vuelves a cogerlos corriendo porque te has quedado a medias y quieres
más. Es de los que te hacen pensar, darle una vuelta a las cosas y luego otra,
y otra más, hasta que vuelves a tus ideas y de repente son más ricas todavía.
Toni fue un libro romántico, tierno, de amistad y mucho más.
De los que acaban y nunca más vuelves a leer por miedo a que no te vuelva a
gustar tanto.
Nora fue probablemente el libro de mi vida. El que más me
marcó. El que acaba con los protagonistas exhaustos por una trama demasiado
intensa. Acabados. De esos que cuando cierras el libro te dejan un vacío que
jamás quieres volver a experimentar.
Creo que tengo demasiados libros en mi biblioteca. Algunos
simplemente forman parte de la colección. Otros son entrañables. Otros los
perdí en mis mudanzas y en algún caso siento una gran añoranza.
Los últimos libros que he leído no me han gustado. Han sido
flojos, de los que empiezan enganchándote y acaban desanimándote.
En uno la historia dio demasiados giros, tantos que me perdí
en ellos y decidí dejar de leer. La trama se había vuelto eterna, insostenible.
La protagonista era demasiado decepcionante. Simplemente no fui capaz de
seguirlo o de entenderlo y decidí cerrarlo.
En el otro la historia cambió. Paso de ser una comedia a un
drama en cuestión de segundos. Y cuando llegué a la mitad me di cuenta de que
el principio era lo único que había merecido la pena. Creo que ya no quiero
saber como acaba, sin embargo, volvería a leer el principio. Quizás en otro
libro mejor que sepa sostener la trama hasta el final.
El tercero fue un libro de esos de viaje, de los que compras
por no aburrirte y que a veces, y sólo a veces, resultan ser entretenidos. Pero éste no fue el caso. El protagonista no tenía por donde cogerle, no tenía
sustancia, ni sal, ni nada de nada. La historia era demasiado aburrida y llegué
al final, uno de esos finales que parece que el escritor ha inventado para
acabar de una vez su ridícula historia... y tiré el libro.
El último fue un diario. El diario de la protagonista de “50
primeras citas”. El que al final quema para no recordar lo que no debe tener.
Estoy segura de que esas páginas quedarán en mi memoria más recóndita, puede
que incluso las sueñe, pero jamás volverán a mi mente tal y como fueron. Es
mejor así.
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