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miércoles, 5 de diciembre de 2018

Mi compañero de viaje

He decidido agrupar mis blogs, porque estoy harta de cambiar de temas. Así que meteré los otros en este, y volveré a tener el original, Alas Negras.

Este post, escrito en 2014 estaba publicado en Campo de Sueños.


A veces sueño con la perfección en forma de persona.

Absurdo verdad?. Pues estoy convencida de que existe en alguna parte de este mundo. Quizás no le conozca nunca y tenga que conformarme siempre con mentes simples y aburridas cuyo único aspecto interesante es un físico atrayente.

La perfección no es perfecta. Tiene multitud de defectos. Pero todo, sus defectos y sus virtudes, harán de él un ser perfecto para mi.

Si, lo se. Es con lo que soñamos todos en algún momento de nuestra vida y mientras tanto experimentamos con otros. Yo me he cansado de hacer experimentos. Estoy aburrida, saturada, cansada de penes andantes, de niños grandes, de cobardes…

Es como si nada me bastara. Todo me parece simple y aburrido. Vuelvo a mirar el mundo, sola, desde un prisma de espectador. Diciendo lo que no pienso, lo que es políticamente correcto, y controlando lo que realmente pasa por mi cabeza porque se, que la persona que tengo en frente, no podría soportar mis pensamientos. Ahora se que ni siquiera los entendería.

Todo se rompió y cuando me di cuenta salí del agujero, pero ya se había roto.

Una amiga me dijo cuando terminó: Piensa que ha sido precioso y olvídalo.

En serio?. Os voy a contar algo sobre las mentiras. Solo son mentiras. No son preciosas. Son mentiras. Son tristes. Son irreales y te dejan vacio.

Ahora nos vemos, pero nada es igual. Lo he intentado pero le veo muy por debajo de mi. Su cobardía para todo, sobre todo para sentir, para arriesgarse, para cumplir su palabra… su forma de crear ilusiones, expectativas que jamás iba a cumplir… su manera de engañarse a si mismo, de comprometerse a cosas que no le gustan y luego enfadarse por tener que hacerlas…

Yo soy la mala. Fuí insoportable. El otro día me tiró alguna puya sobre el tema. Yo no lo hice. Nunca lo haré. Dijimos que dejaríamos el tema apartado. Que no hablaríamos de ello y él lo hace en forma de puya. Pero yo siempre cumplo mi palabra. Si dije que no hablaría sobre lo que hizo en navidades, no lo haré y desde luego, jamás lo cogeré para hacerle daño. Solo por respeto a la persona que yo creí ver en él. Hasta en eso me defrauda y es que nunca fue él.

Yo me disculpé. Pero jamás recibí una disculpa por su parte. Dijo por teléfono que lo haría las veces que hiciera falta, pero en persona. Jamás lo ha hecho. Sin embargo si se atreve a sacar el tema para meterse conmigo. Mira que tiene temas para tirarme puyas. Mis despistes, mi torpeza, mi memoria selectiva, mis manías compulsivas, mis pocos conocimientos en algunas áreas… y utiliza eso.

No me ofende en realidad. No me hace daño. Me hace rebajarle. Me hace percibirle como un nada. Deja de existir cuando hace eso. Porque me doy cuenta de que no sabe avanzar. Y me da muchísima pena. Me entristece mucho meterle en la película y verle desde fuera.

Habló con su ex. Yo casi la llamaría su novia, en realidad. El tono era el mismo que conmigo. La despedida exactamente igual. Hace mucho que no me gusta esa despedida porque la percibo falsa, preparada… y el otro día vi como se hacía real esa percepción. No me dolió. Me dio pena por él, por dónde le dejaba en mi cabeza. Yo estaba en la cocina porque no quería incomodarle en su conversación, pero habla tan alto que es imposible no oírle.

Se ofreció a llevarla el perro a su casa después de la clase de Yoga que ella tenía. Me había dicho cinco minutos antes que no le apetecía nada y que ya podía ir ella alguna vez a recoger el perro en vez de que él se lo llevara siempre y luego lo fuera a recoger a su casa. Yo le dije lo que le habría dicho cualquiera: Pues díselo.

Pero no lo hizo. No la dijo nada. Y luego se enfadó porque ella no lo recogiera y le pareció hasta egoísta. Ni siquiera pude mirarle a la cara mientras me lo contaba de camino al taxi. Se ofreció él. Si la hubiera dicho que no podía, que fuera ella a recogerlo esa vez y ella se hubiera negado, lo habría entendido. Pero no hizo eso. Y luego se enfadó.

Pensé en cuantas ocasiones me habría dicho a mi lo mismo. No es difícil encontrarlas para mi, la verdad. El día de la marisquería es un ejemplo. Con lo que me gustó a mi ese día. Pero a él no le apetecía una mierda, ahora me doy cuenta. El día que fuimos a ver a mi prima. El día que me caí y vino a casa a verme porque escribí algo en mi blog y él lo leyó…

Cuántas veces habrá hecho algo que a mi me pareció bonito y él habrá pensado que yo era una egoísta que de alguna manera le obligaba a hacer cosas que él no quería hacer.

No fue sincero conmigo hasta que no se agobió. Ese fue el único momento de sinceridad verdadera. En el resto se sintió obligado porque no tiene la personalidad suficiente, la seguridad en si mismo suficiente, como para proponer lo que realmente quiere sin sentir el miedo de que así puede perder a la otra persona.

Pero yo me pregunto. De qué sirve tener a alguien a tu lado que no te deja ser tu mismo?. De qué sirve si ni siquiera lo intentas y le das a la otra persona la oportunidad de conocerte de verdad?.

Luego se agobia. Normal pequeña hormiga. Cómo no vas a agobiarte. Nadie puede vivir con una presión continua sobre su cabeza. La gente debe ser libre de pensar, de expresarse, de sentir… y tú te bloqueas a ti mismo una y otra vez.

Se crea problemas él solo. No tiene valor para enfrentarse a él mismo y desde luego no lo tiene para enfrentarse a los demás.

Habla de mi a sus amigos pero lo hace en forma de problema. Soy un problema en su cabeza. "La quiero tanto que me duele", "Nunca llegaré a su altura, es demasiado perfecta, hasta en sus imperfecciones". Como va a conocerme o a disfrutarme si soy un problema?. Le dije que hablaba demasiado de mi, que contaba demasiadas cosas y me preguntó si me sentaba mal. No, no me sentaría mal que hablara de mi si lo hiciera desde otro prisma pero es incapaz. Soy un problema más de su vida. A quién le gustaría que hablaran así de ella?. Y encima se atreve a decirme que si habla de mi es porque soy demasiado importante.

El último amigo con el que habló le dijo lo único coherente que le han dicho sus amigos. Te comes demasiado la cabeza. Disfruta un poco.

Yo no le engañé. Pero como todas las hormiguitas, no escucha, no atiende, no se toma en serio lo que le dicen porque nada tiene importancia excepto lo que ellos tienen en su cabeza.

A la tercera cita le dije que me destruía sola y me reconstruía sola. Pero no lo entendió. Ni siquiera preguntó. No es una persona que se moleste en saber lo que hay detrás de las cosas. No le importa, no profundiza. Le basta con que yo cubra en su cabeza el rol para el que estoy hecha. El de problema romantico. Y cuando todo ocurrió y yo fui la absoluta culpable y él la completa victima, todo encajó.

No. Yo no soy su problema y no soy su caballero andante. Yo he tenido demasiados problemas en mi vida y no me salvó un caballero andante. Yo soy mi caballero andante, él debería ser el suyo.

Quiero cariño. Cariño sincero. Cariño puro. Cariño sin condiciones. No quiero decir “te quiero” y que me rechacen por hacerlo. Ya lo hicieron. No quiero caballeros andantes que siempre me vean preciosa y me rescaten de mi misma. Me quiero como soy. Nadie tiene que rescatarme de mi misma. Tienen que aceptarme como soy. Tienen que estar a mi altura dentro de su cabeza. Sin complejos. Sin miedos. Sin mentiras

A veces me pregunto hasta que punto fue todo mentira. A veces me pregunto si no hubo una parte de él, aunque fuera pequeña, en ese ser que al final se tornó en hormiga.

A veces imagino que ese era su verdadero yo. Uno antiguo que perdió y volvió a recuperar conmigo durante un escaso periodo de tiempo. Pero es solo una ilusión. No lo intentó. Ni por un segundo. Fue una ilusión.

Mi compañero de viaje, ese era mi post. Lo escribí hace años y acabo de hacerle una introducción de cuatro folios.

Necesito que sea real, tan real como la vida misma. Y fuerte. Necesariamente tiene que ser fuerte para soportar todo, no para mi, no a pesar de mi, si no conmigo.

Tiene que ser sincero. Consigo mismo y conmigo. Ver sus posibilidades reales y no llenarse de pajaritos la cabeza, de objetivos que no pueda cumplir.

Tendrá una parte suya, una que le sostenga a él cuando yo no esté y que hará posible que al mismo tiempo yo tenga una parte mía, una solo mía que me sostenga cuando él no esté.

Querrá tener una parte común, una de los dos. Llena de sentimientos de todo tipo, pero todos ellos intensos hasta el final.

Querrá tener otra parte divertida, una de los dos también, pero sencilla, simple, llena de locura y de improvisación. Sin juzgarnos el uno al otro.

Es fundamental que disfrute de la vida. O al menos que no se avergüence de verme disfrutar a mi.

Tiene que saber hasta donde puede llegar y apreciar que yo llegue donde él no puede o no quiere, sin exigírmelo, sin verlo como una más de mis obligaciones pero sobre todo sin sentirse inferior a mi por ello o sentir que me debe algo.

Tiene que saber hasta donde puedo llegar yo y dejar que aprecie que él llegue donde yo no llego , sin intentar que me sienta inferior, sin sentir que le debo algo por ello.

Tiene que saber hasta donde es padre y hasta donde es persona y diferenciar hasta donde soy madre y hasta donde soy persona.

Tiene que hablar y compartir. Y saber callar y guardar silencio sin retirarme el cariño por ello.

No me reprochará continuamente mis defectos, porque sabrá ver mis virtudes. No seré un problema para él. No seré la causa de su fatalidad. Seré su compañera de viaje. Su motivo de seguir incluso cuando parezca que no merece la pena. Porque él será mi motivo de seguir cuando parezca que no merece la pena.

Me abrazará siempre. Más aún cuando llore y no pueda callar las voces de mi cabeza. Me abrazará incluso cuando seamos viejos y no podamos con nuestra alma.

Jamás me castigará con silencio. Buscará espacio sin hacerme daño. Sin hacerme sentir culpable por ello, porque yo jamás haría que se sintiera culpable cuando yo necesite espacio, jamás le castigaría con mi silencio.

Seremos un equipo, incluso cuando el sexo se acabe y solo quede aquello que para mi es fundamental, la lealtad, la sinceridad y la confianza.

No tendrá miedo de decir que no porque sabrá que yo no lo abandonaré por ello. Será el mismo y yo seré yo misma hasta el mismo día que muramos. Sin importar lo que los demás piensen de nosotros juntos y por separado.

Me dejará pintar con los pies sobre una tela de lienzo mientras bailo por el salón. Adorará mis paseos a las doce de la noche. No me dirá que estoy loca por hacer tiendas de campaña o picnics en el salón con los niños. Por salir a bailar bajo la lluvia. Por ir al parque disfrazados o por hacer cenas especiales de nocilla y palomitas. No se avergonzará porque me ponga el abrigo encima del pijama para ir al cine.


Será valiente, valiente para amarme, para cabrearse conmigo sin dejar de quererme, para cumplir sus sueños y apoyarme a cumplir los míos. Será valiente para seguir adelante siempre.

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