Nunca supe qué era. Por qué era tan importante vestir tu alma con disfraces de caballero, ocultarla bajo llaves y cerrojos, sumergirlos en mentiras hasta que no supiera, ella misma, dónde estaba.
Se perdió la pobre. Pero por segundos salía y me pedía auxilio. Frágil, oscura, pérdida, buscaba alguien que la quisiera desesperadamente tal y como era. Tan pequeña e insignificante, tan llena de poco, tan vacía de casi todo.
Y yo la quería así de simple, de sincera. Incluso te quería a tí cuando la dejabas salir, por segundos, y te convertías en ti.
"Nunca serás un príncipe azul", te dije un día. Por mucho que lo desees, las mentiras te comen. Los engaños, los disfraces, los papeles que interpretas... Nunca serás un príncipe azul. Destrozarás corazones. Engañarás cuando te rindas. Nunca serás un príncipe azul.
Pero no te dije que, por segundos, te quería. Cuando eras tú. Cuando no podía admirarte. Cuando eras simple. Te quería.
Esos segundos que ya no quiero, que nunca me compensaron, que jamás lucharía por recuperar, era lo único que nos unía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario