No es la primera vez que me lo dicen. Esa canción de
Cristina Rosenvinge es como si la hubieras escrito tú.
El caso es que no es cierto en absoluto. Pero es lo que hay.
De vez en cuando, sin más, llegará alguien que me diga eso.
Son ideas que pasan por las cabezas de mis parejas… es
cuanto menos… extraño para mí.
A veces me pregunto si es porque ellos son como son y
necesitan que yo encaje en su extraño mundo y en sus múltiples contradicciones,
o porque realmente me ven así.
Esa canción de Cristina Rosenvinge la escribiría la Ratita
Presumida. Ella misma lo dice en la versión que os pongo más abajo. No yo.
El título chirría para mí. No encaja. Que me guste que me
cuiden un poco cuando estoy malita, no significa que quiera que “cuiden de mí”.
Quiero que me valoren, no que me cuiden. Yo también cuido a la gente cuando se
pone malita, hago favores y doy cariño.
Incluso si quitáramos el título… el principio de esa canción
la hace inválida para mí.
“Sonría, le mienta y se trague mis penas”. Esa es la peor frase.
“Le mienta y se trague mis penas”.
“Le mienta y se trague mis penas”.
Es cierto que no quiero borrachos, ni locos de atar, ni
mamarrachos que me hagan llorar, ni chulos, ni ricos, ni finos, ni tíos
perdidos que busquen a mamá. Claro, eso encaja con cualquier mujer de este
mundo, es tan obvio que no queremos eso… pero al final es lo que encontramos
muchas veces: Uno de ellos o alguno que engloba a varios a la vez.
La letra tampoco es que sea la leche. Cristina Rosenvinge
tiene letras mejores que encajan más conmigo, la verdad. En esta no se esforzó
demasiado. A veces creo que se sentó con un par de amigas en un bar, a recordar los
tíos con los que habían estado y desahogarse un poco, y como ella es músico,
acabó escribiendo una canción bastante irónica sobre el tema.
Yo escribiría un texto, de hecho tengo varios escritos.
¿Qué quiero? ¿"Alguien que se mate por mí y me quiera matar"?
Pues no. Quiero alguien que mire a su lado y se sienta orgulloso, que no es lo
mismo. No se parece en nada en realidad. Quiero alguien que me quiera y me lo
demuestre. Que me demuestre que soy importante, como yo lo he demostrado
cientos de veces con mis parejas y les he hecho sentirse valorados, queridos,
apoyados, acompañados…. Quiero reciprocidad.
¿Quiero "que me besen en la hierba"? Pues claro. Y en la
acera, y en casa… es que quiero que me besen, quiero mimos, quiero abrazos… me
he pasado la vida con gente que no mostraba ni una pizca de amor, romanticismo,
cariño... sino todo lo contrario. Claro que quiero cariño. Me lo merezco. Me lo
he ganado y me hace mucha falta.
¿Qué "me lleve a la feria y a bailar"? Pues no. No entiendo
que no vean lo absurdo de esa frase. No quiero que me lleven a ninguna parte.
Quiero que quieran ir conmigo. Es totalmente distinto. Yo sé ir a los sitios
sola, lo he hecho cientos de veces, no necesito que me lleven, que me
entretengan, que me traten como a una princesita desvalida.
No. Esa canción no encaja conmigo.
¿De qué me sirve que me digan palabras bonitas a escondidas
si luego, en público, se las dedican a otras? ¿De qué me sirve que “me lleven”
a bailar si luego, no quieren que esté en los momentos importantes? ¿De qué me
sirve que “me cuiden” cuando estoy bien si luego, cuando esté enferma, van a
desaparecer? ¿De qué me sirven los besos y los abrazos si luego, en los
momentos importantes, voy a recibir rechazo, silencio, insultos, cobardía y
golpes? ¿De qué me sirve cualquier persona de la que tenga que defenderme y a
la que tenga que sonreír y mentir, para que se quede a mi lado?
Es muy triste que alguien piense que esta canción te define.
Dice mucho de esa persona y de lo que significas para ella.
Un compañero no pensaría nunca eso, ni de mí, ni de
cualquier mujer a la que valore.
Me gustan las canciones románticas. Me gustan las canciones
que dicen: “no eres perfecta, pero te quiero así”. Esas son las que me
identifican. Porque yo sé que no soy perfecta y no necesito que me digan lo
contrario. Necesito que me acepten como soy, que valoren mis virtudes y que me
traten con reciprocidad, porque nadie es perfecto y a nadie le gusta que le
recuerden sus defectos continuamente y que no valoren sus virtudes.
¿A qué hombre le gusta que su pareja no le bese, que no le
toque, que no valore nada de lo que hace, que no quiera dormir con él, que no
le apoye, que le abandone si tiene un problema, que le diga cosas bonitas a
otros, que le deje fuera de los eventos importantes, que no le cuente nada, que
no cuente con él para nada, que tenga que mentirla y sonreír para que se quede
a su lado? ¿A qué persona le gusta eso? A ninguna. Dice tantas obviedades esa
canción… dice tantas cosas que defienden los “caballeros andantes” de sus
parejas…
¿Qué hay que hacer? ¿Una lista de las cosas que quieres para
que te entiendan? ¿Así de simples son algunas cabecitas?
Si soy importante, quiero que le digan al mundo que lo soy.
Que digan “así es mi pareja y me siento orgulloso de ella”. No quiero que me
digan a mi sola, en privado, lo importante que soy si luego van a intentar
ridiculizarme delante de la gente o van a venir borrachos a casa a diario o van
a esconderse si hay problemas y a largarse con otra que les haga sentir que la
vida es bella, o van a insultarte cuando reclames el cariño que te corresponde.
Si me quieren, quiero que me lo digan mientras me abrazan,
pero también que me lo demuestren en momentos importantes. No me vale la gente
que solo me quiere cuando le hago favores y que acaban convirtiendo esos
favores en exigencias y obligaciones, no quiero a nadie a mi lado que acabe
diciéndome, que lleva dos años sin trabajar porque yo no le he hecho el
curriculum. No me valen los hombres que me quieren a mí en privado y a todas en
público, que guardan fotos de sus exnovias en su mesilla de noche, para verlas
y echarlas de menos y soñar con lo que podía haber sido si no les hubieran dejado
y hubieran empezado una vida con otro.
Si están orgullosos de quien tienen al lado no deberían
esconderme y encerrarme en casa. No deberían inventar historias para que la
gente no quiera quedar conmigo ni invitarme a los sitios. No deberían poner excusas
o provocar una discusión, justo antes de salir a un cumpleaños, a un concierto,
a una boda, a un viaje… para no ir, o ir solos.
Me he pasado años encerrada, sin poder ir a los cumpleaños
de los amigos, sin viajar, perdiéndome cada celebración y cada evento
importante que no fuera de la familia cercana, durmiendo sola, siendo
“estúpida, loca, enferma, puta, víbora…”. Escuchando como las personas que
tenía al lado me decían que “coartaba su derecho de beber cuando quisieran, su
derecho de ser libres para entrar y salir de casa con quien quisieran y cuando
quisieran, su derecho… su derecho… ”. Viendo como me intentaban pisotear,
teniendo miedo de hasta donde pudiera llegar la siguiente discusión, luchando
por tener algo de amor, algo de romanticismo, algo de vida. Por hacerme valer
con gente para la que era mejor no existir…
Ahora quiero que duerman conmigo, me abracen, me dediquen
una canción bonita, me valoren en privado y en público, que compartan cosas
conmigo, que me pregunten “¿Cómo te ha ido el día?”, que me digan de vez en
cuando que me quieren, que me lo demuestren… quiero existir. Quiero
reciprocidad. Me la merezco. Y eso no significa que “me cuiden”, que tenga que
mentir y sonreír para que la gente se quede conmigo, que necesite que “se
traguen mis penas”, que “me lleven” a sitios… no. No soy una princesa
desvalida. Bastante lo he demostrado ya a lo largo de mi vida.
Soy visceral, explosiva y cruel con la gente que me hace
daño… lo sé. Soy complicada. Pero nunca he pedido nada que no me merezca o que
no haya demostrado que me he ganado con sudor, esfuerzo y paciencia. Tengo un
gran corazón, perdono, abro puertas, le doy la mano a quien lo necesita, soy
inteligente, emotiva, cariñosa, fuerte, creativa, comprensiva y divertida.
Odio esa canción y todo lo que representa para una mujer
como yo, que se ha ganado cada miga de pan que se ha comido en su vida.
Nunca he pedido nada que no me haya ganado a pulso y con todo
el sufrimiento del mundo.
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