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sábado, 22 de octubre de 2016

Resumen ante el perito


 Este es mi resumen de los 11 años de relación con mi exmarido


Mi nombre es Verónica. Soy madre de una hija de 11 años y un hijo de 10 años.

Me divorcié de mi expareja en junio de 2011. Después de haber vivido 11 años de malos tratos y torturas.

Tome la decisión sin entenderla siquiera. Salió sola de mi cabeza, como si hubiera estado ahí siempre. Fue en una discusión con mi exmarido.

Era lunes y yo había llevado a los niños al cole y había vuelto a casa para meterme en la cama porque estaba enferma, tenía unos dolores de cabeza brutales y no cesaban. Había pasado la noche anterior confeccionando un nuevo curriculum para mi exmarido que, después de dos años en el paro, había decido echar su primer curriculum en una empresa. Le redacté todo pero no incluí fotografía. Ya era tarde ese domingo y estaba agotada. Le dije que solo faltaba eso, que lo incluyera él mismo y o pegara una fotografía con pegamento y lo entregara al día siguiente.

Ese lunes por la mañana no paraba de oir sus gritos "¡Me cago en Diooosss!", "¡Me cago en la putaaaa!". Me levanté de la cama como pude y le pregunté qué le pasaba. No me contestó. Era habitual que, de repente, dejara de hablarme.

Me acerqué y vi que intentaba incrustar la fotografía en el word y no sabía hacerlo. Le pregunté si se lo hacía yo. No contestó. Fui a la cocina a por un café y seguí oyendo sus gritos.

Volví al salón y le volví a preguntar si necesitaba ayuda. Pero siguió sin hablarme. Le dije que si quería que le explicara como se hacía pero no contestó.

Se fue a la cocina a por un café, yo me senté en el ordenador, incrusté la foto e imprimí el curriculum.

Al oír la impresora el vino corriendo al salón y me grito "¡aparta de mis cosas subnormal!"

Yo le dije que solo quería ayudarle y que terminaran sus gritos y sus quejas por no saber utilizar un word.

El me dijo que sus gritos y sus quejas eran por mi, porque mi obligación era haberle terminado el curriculum la noche anterior para que él se levantara y pudiera ir directo a entregarlo en la empresa. Que era una inútil y que no servía para una mierda.

Me quedé de pie, mirándole, y le dije que él era mayorcito para hacerse su propio curriculum y que si el día anterior yo no hubiera tenido que atender a los niños, hacer la cena, poner las lavadoras, limpiar la casa, etc. Lo mismo habría podido hacer el curriculum pero que no iba a mover un dedo por una persona que llevaba dos años en casa sin hacer nada y que se había pasado la tarde viendo la tele mientras yo lo hacía todo.

El se puso frente a mi, pegó su cara a la mía y empezó a gritarme. Solo decía insultos, no paraba. Estúpida, Inútil, mala madre, vaga, trastornada... seguía y seguía pero yo no quise apartarme. Cada vez subía más el tono de voz y me gritaba los insultos con tanta rabia que estaba llenándome de escupitajos.

Le empecé a decir una y otra vez "quiero el divorcio", "quiero el divorcio", "quiero el divorcio". Al principio en bajito pero luego gritando más alto aún que él. No era capaz de parar de decir lo mismo mientras él seguía insultándome y escupiéndome.

Entonces me empujó y me dijo "tu no eres capaz de divorciarte. A ver si alguna vez lo haces de verdad".

Yo cogí las llaves y me fui de casa llorando. Lo cierto es que no recuerdo ni lo que hice, ni nada. De repente estaba recogiendo a los niños y yendo a casa de mis padres, pero ya eran las 16:00 horas.

No les conté nada ese día. Volví con los niños por la noche y decidida le dije que quería el divorcio. Él se burlaba de mi al principio. Le había dejado muchas veces pero siempre volvía. Di de cenar a los niños, los bañé, los acosté y me encerré en la habitación.

Al día siguiente llevé a los niños al cole y volví a trabajar mientras éste dormía en el sillón.

Sabía que me echaría atrás, hasta yo lo sabía. Así que mandé un mensaje a mis padres, hermanos, primos y amigos. Uno que sólo decía X y yo nos divorciamos o algo similar.

Pensé que si se lo decía a todo el mundo me costaría más echarme atrás. Mi hermana, que me había pedido varias veces que me divorciara o que le denunciara, o las dos cosas, fue la primera en llamar y me suplicó que no cambiara de opinión.

Mi padre me llamó para que me lo pensara ya que los niños eran pequeños y necesitaban un padre y una madre juntos.

El resto de mi gente cercana actuó como mi hermana.

Ese día llegué a casa aterrorizada. No sabía si alguien le había hecho llegar el mensaje, si estaba enfadado o lo que podía hacer. Me di una vuelta por el barrio y luego volví a intentar entrar pero no lo conseguí. Me pasé un buen rato en la puerta, sentada en el suelo. Por ahí escuchaba a mis niños jugando y riendo. Mi cabeza estaba embotada, entre todos los pensamientos que pasaban y el dolor de cabeza.

Entré en casa y todo era normal. Como si no hubiera pasado nada. La casa estaba limpia y recogida, los niños bañados, la cena hecha... Los niños me llevaron al salón de la mano y me dijeron que me habían hecho la cena con papá porque yo siempre estaba cansadita de trabajar tanto y me querían dar una sorpresa.

A mi se me saltaron las lágrimas. Me senté a cenar intentando controlarme y cuando los niños se acostaron me fui a la cama. Mi ex vino a decirme que quería intentarlo, que él podía cambiar y toda la demás cantinela que soltaba siempre pero yo le dije que no le creía.

Al día siguiente salí pronto de trabajar y fui a ver a mis padres. Mi padre había hablado con mi madre y su reacción era completamente distinta. Mi madre, que un año antes también había intentado convencerme de que me fuera, me dio las llaves de su piso de soltera y me dijo: "Piénsalo. Te doy lo que tengo para ayudarte. Tienes un sitio donde vivir, le diré a mi inquilino que se vaya. Jamás te cobraremos alquiler. Quiero que veas que tienes una salida y una familia. Pero si lo haces tienes que prometer que jamás te echarás atrás, que no volverás con él nunca más, que si estás baja de moral vendrás aquí, con nosotros, a hablar, a llorar, a dormir, a lo que quieras, pero no vuelvas con él. Si vuelves, no te ofreceré esta ayuda nunca más".

Yo acepté las llaves. Volví a casa de mi ex y le dije que no había marcha atrás. Que él no cambiaba nunca, que me trataba como una mierda y que no podía vivir así. El siguió insistiendo en que cambiaría y me lo demostraría pero accedió a divorciarse.

Todo fue horrible el mes que estuve esperando a que se fuera el inquilino de mi madre. Me despertaba a las tantas de la madrugada para hablar, para que le abrazara porque estaba triste, para intentar convencerme.

Decidimos que cada fin de semana los niños estarían con uno y el otro se iría de casa. Entre diario viviríamos juntos hasta que yo pudiera irme al otro piso.

Yo me iba en su fin de semana pero él se quedaba en el mío. No me dejaba ni a sol ni a sombra, miraba mi móvil a ver con quien hablaba o dejaba de hablar. Mi primer fin de semana sin los niños me pidió que me quedara. El viernes salí a tomar algo con unos amigos y al día siguiente Juan vió un mensaje de un amigo que me decía que me había puesto muy guapa el día anterior. Se enfadó y me acusó de engañarle con otro. Me dijo que era una puta y que yo quería divorciarme para irme con esa persona. Un hombre que, además, era amigo de ambos. Yo le dije que me divorciaba por esas cosas, por sus agresiones, por sus insultos, por sus celos... y que no estaba con nadie ni quería estar.

Al día siguiente me fui con otros amigos y volví a las 3 de la mañana. El estaba despierto, esperándome. Estaba completamente borracho y me volvió a acusar de engañarle. Otra vez era una puta, una guarra que me iba con cualquiera y mis motivos para divorciarme eran que había otra persona. Ese día ni siquiera supe a quién se refería. Le dije que le había pedido el divorcio y que solo estaba en esa casa porque él me había pedido que lo hiciera pero nada más. Me encerré en la habitación y me pasé toda la noche aguantando sus golpes en la puerta y sus gritos.

Al día siguiente hablamos. Se le había pasado. Lo sentía muchísimo y no creía que le estuviera engañando pero había bebido más de la cuenta y yo no era de las que salían solas hasta tan tarde. Me dijo que volviera antes a casa y así él no tenía que preocuparse.

Yo le pedí que habláramos con los niños y les comunicáramos que íbamos a divorciarnos, pero él seguía empeñado en no contárselo porque les alarmaríamos para nada ya que "yo me iba a echar atrás".

El siguiente fin de semana que me tocó estar sola me fui a vivir a casa de un amigo de la infancia. Firmamos el convenio y yo me fui al piso de mi madre.

Incluso en la firma él seguía diciendo "yo firmo esto pero es una tontería porque ella va a volver".

Habló con una amiga mía para que intentara convencerme pero mi amiga no le hizo caso. Escribió una carta muy sentida en la que se arrepentía de beber tanto y tratarme tan mal y me la enseñó diciéndome que iba a enviársela a todo el mundo para que vieran lo arrepentido que estaba y que iba a cambiar.

Al ver que yo no cambiaba de idea y que seguía viviendo sola cambió de actitud. Empezó chantajeándome con dinero. Él se había gastado el dinero que yo había dejado en la cuenta de los niños para gastos. quería que pusiera más, así que me dijo que no me dejaría a mis hijos si no ingresaba más dinero. Me permitió llevarme sólo lo que él me había preparado, no hubo reparto de bienes. Se lo quedó todo menos la tele porque mis padres insistieron en que era un regalo que me habían hecho a mi. El resto se lo quedó todo. Incluida mi ropa de invierno. Yo solo tuve tres oportunidades de ir a su casa a recoger cosas y el resto se quedó ahí.

Desde entonces está todo escrito en los mails. Insultos y vejaciones continuas. Burlas. Amenazas... mails que no ha querido leer nadie todavía.

Antes de aquello habían ocurrido muchos incidentes: Al principio tenía largas épocas buenas en las que incluso apenas bebía. Era desconfiado y celoso pero yo no supe ver eso como un mal mayor. Yo vivía en Inglaterra y el en España cuando nos conocimos. Ese fue mi primer error. Me fui a vivir con una persona a la que no conocía realmente, aunque yo pensaba que si. Detallista, cariñoso... todo aquello desapareció con el primer día de convivencia. Estuvo casi un mes sin dirigirme la palabra y hoy en día todavía no se por qué.

No solo no volví a tener un regalo ni en mi cumpleaños, ni en navidades... cuando nacieron los niños poníamos árbol. Me prometía que me hacía un regalo si yo le hacía otro. Yo dejaba su regalo en el árbol y el de los niños. Al día siguiente todos tenían regalo menos yo y él le decía a los niños "veis, los reyes no le traen nada a mamá porque es mala". Eso pasó dos años seguidos y después nunca volví a comprarle nada.

En Inglaterra me llamaba tres veces al día y si yo no me ponía al teléfono fijo se cabreaba. A lo mejor estaba alguien hablando en mi residencia (solo había un teléfono para todos) pero eso le daba igual, siempre tenía que justificar por qué no le había contestado o por qué el teléfono comunicaba. Al final me convenció para que me comprara un teléfono móvil para poder tenerme siempre localizada.

Si se enteraba de que había salido a tomar algo con compañeros se enfadaba, así que intentaba no salir o no contárselo. Tampoco me dejaba que me comprara nada. Me compré una pulsera una vez por 3 libras y cuando a vio se enfadó tanto que le tuve que decir que era el regalo de una amiga.

Discutimos muchas veces antes de tener a los niños. De hecho me fui de casa embarazada de la niña porque no podía más. Siempre eran insultos y amenazas.

Me decía "¿Te pego? ¿Te pego?. Pues cuando te pegue te quejas". "Es mi derecho beber y emborracharme y tu no me vas a quitar ese derecho".

Venía a casa a las tantas porque se iba a beber con sus amigos. Un día los del trabajo, otro día otros. Como se turnaba nadie se daba cuenta de que lo suyo era habitual. Si yo le decía vienes borracho o algo así empezaba una discusión y siempre acababa igual, empujones, insultos y yo llorando, histérica, acababa yéndome de casa o encerrándome en algún sitio.

Embarazada de la niña le dejé. Hablamos durante un tiempo y al final volví. A él le hacía ilusión ser padre y me prometió que cambiaría. Durante todo el embarazo fue un amor, siempre atento a todos mis dolores. Me daba cremas y masajes en las piernas. Yo pensé que todo había pasado, que había vuelto el hombre que había conocido al principio. Pero no fue así.

Cuando nació la niña todo fue de mal en peor. El no paraba de gritarme para que callara a la niña por la noche. Yo trabajaba igual que él pero tenía que pasarme las noches en vela con la niña en el salón. El ginecólogo me volvió a mandar la píldora pero me quedé embarazada del niño tomando la píldora. Él volvía todos los días borracho, yo estaba tan desesperada que cuando venía alguien a mi casa le pedía que me ayudara con los puntos. Amigos, familia... todo el mundo me ayudó porque él nunca estaba, siempre estaba en algún bar.

Recuerdo el día que el médico me dijo que estaba embarazada como un infierno. Empecé a llorar y no podía parar. Si mi ex era así con con la niña, como sería si teníamos dos. Yo no tenía tiempo ni de respirar.

Embarazada del niño me obligó a dormir en una terraza porque la casa era suya y yo no tenía ningún derecho en esa casa. Pasé tanto frío que acabé con una cistitis y con contracciones. Al día siguiente me intenté duchar para entrar en calor pero el agua caliente empeoró las cosas. Empezó a salirme leche a borbotones por el pecho, no paraban las contracciones. Le pedí que me llevara a un hospital y me dijo que era una hipocondríaca y siguió viendo la tele.

Llamé a mi cuñada para ver si era normal lo que me pasaba y me dijo que no era normal. Me pidió que acudiera a un hospital y le dije que si, que iría. Y colgué. Me volvieron a llamar mis cuñados para decirme que "sabían como era él", "que si no me llevaba por cualquier cosa, que les llamara y me llevaban ellos". Mi ex no quiso llevarme y me dio vergüenza meter a mis cuñados así que llame a mi hermana. Estuve varios días ingresada en el 12 de Octubre, me pincharon para madurar el pulmón y controlar las contracciones y me dijeron que podía perder al niño. Recuerdo que me llevaron a una sala donde había otras embarazadas en mi situación. Yo me pasé los días hablando con mi hijo "diciéndole lo muchísimo que se lo agradecería si aguantaba más tiempo en mi tripa" "que le iba a querer con locura, que siempre tendría una mamá a su lado, pero que tenía que aguantar". Mi ex me empezó a mandar mensajes cuando se enteró diciéndome lo mucho que sentía no haberme hecho caso y que sería mejor si le decíamos a la familia que me había llevado él al hospital.

Estaba tan mal que perdí 11 kilos en el embarazo del niño. Tenía anemia y agotamiento, tenía lagunas mentales. El seguía insultándome y amenazándome. Si yo le gritaba cogía a la niña en brazos y me la ponía delante. 

Cuando nació el pequeño, mi ex solo estuvo en el parto. Nació a las 00:05 de la noche, estuvo 20 minutos y desapareció. Supuestamente se iba a descansar y volvía a la mañana siguiente pero no lo hizo. Volvió a medio día, con resaca, oliendo mal y despeinado y me dijo delante de todo el mundo: "Apárcame el coche que lo he dejado en la puerta del hospital". No hacía ni un día que había parido. Mi hermana se vino conmigo porque yo estaba cabreadísima y acabamos tomando algo en una terraza, yo con el pijama puesto y la pulsera del hospital. Hacía horas que había parido, no días. Tenía entuertos y dolores.

Le dio por despertarme cuando estaba dormida. Si me quedaba dormida en un sillón entre sueño y sueño de los niños me despertaba y me decía que había que poner una lavadora o lo que a él se le ocurriera.

Mi hermana se cogió vacaciones en el trabajo y se vino a vivir con nosotras porque yo no soportaba la situación. Dormíamos las dos en el sillón del salón con los dos bebés para que nada le molestara a él. Aún así se quejaba cada vez que uno lloraba.

Después todo empeoró más. El me insultaba y me provocaba cuando los niños dormían. Puta, loca, mala madre, estúpida... no vales para nada, no serías nada sin mi, vas a ser igual que tu madre biológica, es imposible querer a alguien como tú... etc. Conseguía que me pusiera histérica y no pudiera controlar el llanto.

Cuando ya no podía dejar de llorar despertaba a los niños y le decía que había que hacerle una tila a mamá porque estaba nerviosita. Ya podían ser la dos de la mañana que siempre les hacía lo mismo.

Jamás dormíamos juntos. El sólo se acercaba a mi si quería mantener relaciones y luego se iba al salón a ver sus videos porno y sus fotos. El ordenador estaba completamente plagado de pornografía que él veía.

Yo tenía pavor de llegar a casa porque no sabía lo que me iba a ocurrir. A veces lloraba con una amiga en un parque y ella me decía que tenía que decidir pero hiciera lo que hiciera, quedarme o irme, tenía que ser con todas las consecuencias.

Un día me reí. El se puso a insultarme porque yo le pregunté que de donde venía tan borracho y a las 24:00 y él me dijo que venía de trabajar.

Me dio la risa y no podía parar. No es que estuviera contenta, sólo me dio la risa sin saber por qué. Le dije: "y qué... bebes mientras curras también" y seguí riéndome.

El se cabreó mas. Me dijo que me estaba burlando de él y yo no era capaz de dejar de reir. Yo andaba marcha atrás y el hacia mi. Me topé con la puerta del tendedero sin poder parar de reir. Él me lanzó un puñetazo pero como iba tan borracho y yo me moví, le dio a la puerta del tendedero.

Entonces le dije ¿Ahora puedo quejarme? y me dio otro ataque de risa, por lo que me fuí a la habitación. El se fue al salón y se puso a insultarme desde ahí.

En esa época empezaron los empujones. Me empotraba contra cualquier puerta porque yo me reía de su estado o de sus insultos. Le escuchaba y mi cabeza pensaba que era como un niño con una rabieta, absurdo. Pero no podía evitarlo y eso a él le cabreaba más.

A mi se me pasó la risa histérica y él perdió su trabajo y decidimos que hasta que encontrara un trabajo se quedaría en casa con los niños. Nunca hizo nada. Yo llegaba de trabajar a las 9 y los niños no estaban ni en casa. Muchas veces tenía que ir a buscarlos a casa de mi suegra, que llevaba toda la tarde con ellos, llevarlos a casa, hacer la cena y acostarlos.

Si intentaba despertarle de su borrachera me decía algo como "vete a por los putos niños, que es tu obligación y déjame en paz".

Un año antes de pedir el divorcio, en verano, estábamos en el pueblo y la niña, de cinco años ya, quería que jugara con ella. Él se pasaba el día arriba viendo la tele y sin hacer nada y yo había estado todo el día diciéndola a la niña tengo que hacer esto, tengo que hacer lo otro... y ella me decía ¿Y cuando juegas? ¿a ti te gusta jugar no? y yo la decía "Luego pequeña, me encantaría pero no puedo ahora".

Nos sentamos a cenar y la niña, ni corta ni perezosa le dijo a su padre: "mañana haces tu la comida para que mamá juegue, que tu también sabes cocinar y si no mamá siempre hace de criada y no juega a nada".

A mi me dio la risa y él se cabreó. Lanzó el plato de comida contra la pared y empezó a decirme que era culpa mía. Los niños se bajaron de las sillas y se quedaron juntitos contra una pared dándose la mano. Él no paraba de gritarme y decirme que regañara a la niña y yo le decía "¡Por qué!, ¿Por decir la verdad?. Hasta ella ve lo que haces. Son pequeños pero no tontos". Me amenazó con el puño y apretó los labios y le dije "¿Vas a pegarme? ¿Delante de los niños?".

Entonces cogió a los niños de las manos y empezó a subir las escaleras con ellos mientras les decía "vamos a ver una peli mientras mamá recoge lo que ha hecho".

Yo me metí en la cocina a llorar, no podía más. No me di cuenta de que mi pequeña había bajado las escaleras de nuevo y había entrado en la cocina.

La niña empezó a acariciarme y me dijo: "ay mama, ¿No ves que papá te trata como a la cenicienta?"

Yo la pedí que jamás repitiera eso delante de su padre y entre las dos limpiamos la comida tirada por el suelo  y la pared para que mis padres no se dieran cuenta cuando llegaran al día siguiente.

Desde entonces decidí que no quería seguir con él, pero no era capaz de dejarle.
Así que me propuse darme un tiempo hasta ver una solución. Me encerraba en una habitación toda la mañana. Salía para hacerles la comida y que comieran ellos. Yo lo hacía en la cocina, mientras cocinaba. Después él se echaba la siesta hasta las 8 de la tarde y yo me iba toda la tarde al parque con mis hijos. Así pasábamos todos los fines de semana.

Cuando volvía del parque los bañaba y hacía la cena, para ese momento él se levantaba de su siesta, cenaban y yo me encerraba en la habitación de nuevo.

Mi madre intentó hacerme ver que mi vida no era vida, pero yo, aunque sabía que ella tenía razón, no sabía ni por donde empezar a solucionarlo.

Tenía pánico de que le hiciera algo a los niños, de que me matara si le dejaba, como había visto a su padre amenazar a su madre en multitud de ocasiones "te quemaré viva con la casa si te divorcias" la decía.

Pasé así casi un año, hasta que llegó el día del dichoso curriculum.

No es que no lo intentara. Denunciar nunca pasó por mi cabeza porque me daba pánico pero si pedí ayuda. A veces pensaba que si alguien hablaba con él quizás él cambiaría algo. Pero luego me echaba atrás porque sabía que si él se enteraba de que yo contaba algo sería peor para mi. Él disimularía delante de la gente pero luego, en casa, yo pagaría por haber aireado nuestros trapos sucios.

Mi hermana si intentó hablar con él. Discutió con él. Se metió en algunas peleas. A veces vivía con nosotros y ella me decía mil veces que abriera los ojos.

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