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martes, 26 de noviembre de 2019

El odio


Bueno... Cómo empezar esto...

Yo sé odiar. Quizás ese es el principio.

Cuando dices eso en voz alta la gente te juzga. Odiar es malo. Es un mal sentimiento.

Te conviertes en alguien cruel a los ojos de la gente.

En fin. Es absurdo. Odiar es un sentimiento como otro cualquiera. Pero hay que saber controlarlo. Como todos los sentimientos.

No se puede odiar a todo el mundo. Sólo a los que se lo merecen de verdad. A aquellos que te hicieron un daño irreparable.

Tampoco puedes amar a todo el mundo. No tendría sentido.

A lo largo de tu vida mucha gente te hace daño puntual. Y tú se lo haces a mucha gente. Queriendo o sin quererlo. Fruto de la rabia, el desazón o la falta de empatía.

El odio se deja solo para lo que no es puntual. Lo que no tiene sentido. El daño gratuito, continuo y asfixiante.

A los puntuales los perdonas. Si no lo haces, tampoco deberías perdonarte a ti mismo. A veces hay que comprender que todo el mundo es humano, igual que nosotros.

Al otro tipo de personas no se las perdona. Pero la mayoría de la gente no conoce a nadie así en su vida. Ni en siete vidas.

Yo he perdonado a mucho puntual. A todos los puntuales. Si no... ¡cómo perdonarme a mí misma! No hace falta ni que se disculpen. Pero a veces tienes suerte y lo hacen.

Los que lo hacen, de verdad, con sinceridad, merecen más que un perdón. Merecen respeto y amor.

A los que no lo hacen nunca o lo hacen con soberbia, simplemente perdónalos y elimínalos de tu vida.

Hay gente que tarda mucho en ver el daño que hizo. Cada uno necesita su tiempo. Tú no eres una excepción tampoco. A veces lo ves, a veces no. A veces te disculpas, a veces no. 

Pero odiar... Está reservado para un solo tipo de personas. Crueles, miserables, psicópatas... Yo solo tengo a una persona en esa categoría. Siempre la misma, desde hace montones de años. No puedo odiar a nadie más. Nadie llega a "su altura". El resto me dan igual. Mejores, peores... Son como yo.

Quizás tengo suerte de haber tenido a alguien así en mi vida. Un monstruo psicópata. Quizás eso me hace ver las cosas desde otra perspectiva. Quizás odiar tanto a ese ser me hace poder perdonar al resto y a mí misma cuando la cago soberanamente.

Quizás en el fondo es la mayor suerte del planeta. Por eso no odio a lo tonto y el odio no puede consumirme, como consume a otras personas que odian a demasiada gente.

Yo sé odiar. Así empezó esto. Sé odiar bien y utilizarlo en mi beneficio.

A ti, "querida mía". Que nunca nadie llegue a tu "altura".


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